viernes, 27 de junio de 2008

No digas toldo

Con frecuencia pierdo el sentido de la música. La sangre se pasea por ahí como colonizando absurdamente circuitos oxidados de realidad aparente aparte. Me salgo de la cartera de calores y trepo hasta la raíz del amor. Tengo 4 puntos, 10 cardenales y 3 confusiones de la última vez que quise darle un abrazo a la séptima mujer que se cruzó en mi comino y me importó. Sigo lamiendo esta herida bizarra y arañando la pizarra de mi vida. Tengo pelos como carpas y aparco siempre lejos de los parques llenos de perchas parcas sin membrillo de luz. Me he apuntado a una regata de cristal, sólo espero que a nadie se le ocurra decir la palabra toldo en mi presencia porque igual se me derrumba el piso, se me derrama el sólido, se me rompe el fleco, se me acaba el semen.

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